7/10/13

MAÑANA


UNO


11 DE OCTUBRE, DÍA DEL REDESCUBRIMIENTO DE UN SUEÑO…

Por todo lado se habla de nuestro proceso de reencuentro, unos nos miran con sospecha, es que eso de que se vuelva  juntar los exemes no les gusta principalmente a los otros exemes. A demás de los organismos de inteligencia del Estado, que miran a pesar de que hace 20 años nos lanzamos a la lucha civilista, como a cualquier grupo de izquierdosos reunidos, esos son de alguna cosa parecida a la “Marcha” dicen y estarán muy pendientes de nuestra reunión.

Por otro lado los izquierdos nos miran con desdén, ¿Y esa vaina ya no se había acabado? Me pregunto un militante de la rancia izquierda, cuando le conté de nuestra reunión.

La verdad ninguna de esas miradas de sospecha me preocupan, porque desde allí no se determina nada diferente a lo que ya existe, ni los exemes, ni el estado, ni la izquierda han cambiado nada desde hace 100 años, solo se ha ahondado más la incertidumbre y la desesperanza del pueblo colombiano. Basta con mirar las “opciones” de cada sector, Dos primos hermanos, hijos de dos hermanas y dos hermanos, son la opción de la derecha y la izquierda no se queda atrás, Clara o Antonio como opciones de renovación.  

¿Y donde están los jóvenes? ¿Dónde el recurso primordial al que el hecho mano el M-19, más allá de la lucha armada o las elecciones, LA INVENCIÓN?

“O inventamos o erramos” era la frase lapidaria de Don Simón Rodríguez, refiriéndose a la constricción de las nuevas Repúblicas en el Nuevo Mundo.  Los y las jóvenes de Colombia que se debaten entre creer o no creer, entre las opciones de la derecha o de la izquierda, es decir entre las opciones de los partidos tradicionales de derecha o de izquierda, siguen sin respuesta. Porque la respuesta no está en los partidos, ni en los colores de la camiseta electoral, la respuesta está en la posibilidad de conectar de nuevo el corazón del pueblo colombiano.

Por una parte hay que entender y ponernos de acuerdo en que los partidos son solo herramientas de trabajo, son lo que el azadón al campesino o el pincel al pintor. Son solo eso, no la razón de ser de la participación como nuestros líderes de la derecha o de la izquierda lo hacen parecer, sobre todo los segundos que se matan a codazos  por la dirección del “aparato”; no hay proceso más feroz que la elección de una dirección de un partido de izquierda, un sindicato o una asociación de vivienda controlada por esos sectores.

Los partidos si es que alguna vez existen en Colombia, deben ser los espacios de interlocución real entre el poder del Estado en cualquiera de sus manifestaciones y el pueblo, el ciudadano, el hombre y la mujer en su expresión de base, eso que siempre repetimos y que nunca lo logramos, darle el poder al pueblo. Aquí repetimos siempre lo que sabemos no vamos a cumplir, por eso se acaban los procesos en los cuales el más perjudicado siempre es el pueblo, porque en el afán de controlar el aparato se hace de todo menos democracia.

Por otra parte hay que entender que las diversas formas de pensar pueden coexistir, que esa visión paranoica en la que nos han parcelado los dirigentes políticos, solo les beneficia a los dirigentes políticos, jamás al pueblo. Hace 65 años mataron a Gaitán porque era un problema para esa dirigencia tradicional, para toda la dirigencia tradicional, la de la derecha y la de la izquierda, el solo hizo entender al pueblo colombiano que allí, en lo que él llamó el País Político, que no es otra cosa que los conciliábulos de los partidos, está el principio de todos los males de esta nación. 


Es mentira que la solución venga a partir de la toma del poder de un solo partido o fuerza política, no, eso está demostrado en todas partes del mundo, es más, las revoluciones del siglo XX, las de los partidos comunistas, se hicieron con el concurso de todo el pueblo levantado contra los regímenes que se derrocaron. De todos y todas, después las dirigencias de los partidos se tomaron el poder y hablaron y legislaron a nombre del pueblo, muestra clara que cuando se necesita avanzar hay que pensar que todos sumamos desde nuestras diferencias, por lo cual el M-19 puede estar o no estar dentro de un partido X, pero lo que no puede es estar por fuera de la toma de decisiones, de la movilización social y de la voluntad ferrea de SER GOBIERNO. 

Por último, debemos volver a entender o al menos a tener en cuenta que el problema no es de “conciencia social”, no, tampoco de discurso político. El  Flaco Bateman  lo repetía una y mil veces: “Creo más en la pasión que en la ideología, o que en la teoría; es más, sólo cuando una ideología se vuelve apasionada, sentida como su propia carne, se transforma en fuerza real. De lo contrario las ideologías son meros divertimientos de academia.”

En otras palabras tenemos el reto de volver a enamorarnos de un proceso y eso no es conciencia social, no es discurso, es movilización de sentimientos. Y en Colombia hoy esos sentimientos no son ni de izquierda ni de derecha, se movilizan por estrictos grupos de márquetin, por sondeos o por encuestas, por repetición intencionada de frases y de eslogan, por el control de los medios de comunicación.

Sentimientos que están distanciados de un discurso izquierdoso y que toleran los desmanes de la derecha porque los han llevado a pensar que es para evitar que los “terroristas” se tomen el poder. Así en ese campo tan difícil y espinoso demos inventar, innovar, volver a creer para poder volver a crear, debemos reeditar nuestro discurso, nuestras frases, nuestro mensaje al pueblo colombiano.

No estamos aquí para hacer un grupo de fans de nuestros comandantes caídos, ni un combo de historiadores sobre lo que pudo haber sido y no fue; estamos aquí a portas de una reunión del M-19, si, del Movimiento 19 de Abril, para volver a encontrar el camino, para inventar y delinear entre todos y todas una organización política, social, cultural, capaz de ser más que un partido, capaz de enamorar y dar amor, capaz de unir y no de masificar el pensamiento, capaz de entender que hay otros mundos, otros pensamientos y que la barbarie a la que nos han sometido solo tendrá fin cuando el país nacional entienda, empezando por nosotros mismos, que hay que zanjar la masacre entre los hijos e hijas de una misma patria y que seamos generosos reconociendo nuestro aporte a la guerra y las diferentes formas de violencia. Solo así podemos aportarle algo nuevo a nuestros jóvenes y jovencitas, muchos de ellos soñadores puros, como lo fuimos nosotros, muchos de ellos y ellas dispuestos a jugarse el todo por el todo por una propuestas, de la misma manera en que lo hicimos nosotros, pero ellos deben tener la ventaja, la suerte diría yo, de no cometer nuestros mismos errores.  

Compañeros y compañeras, compas; volvamos a creer en nosotros como creen los que nos miran con sospecha, porque ellos saben que podemos volver a movilizar al pueblo colombiano.